Diccionario histórico de pesos y medidas tradicionales (DHPMTRADICIONALES).

Normas de uso

Actualización última: 15 de diciembre de 2023

 

 

 

Diccionario histórico de los pesos y las medidas tradicionales utilizados en España (autorizado con textos en español, gallego y catalán) y que incluye, además, palabras “afines” a dicha temática en castellano.

 

 

José Castaño Álvarez

 

 

 

Advertencia previa: este diccionario se va trasladando poco a poco  desde el formato Word – se dispone de 1600 páginas - a esta base de datos. Las entradas más extensas en autoridades o citas como fanega, carga, quintal, arroba, libra, onza, vara, aranzada, etc. se volcarán las últimas.  Se revisa tan pronto como se advierte un error de contenido, errata tipográfica, etc. De citarte, se hace necesario indicar el día, mes y año. Madrid, 15 de diciembre de 2023.

 

Preliminary warning: this dictionary is gradually being moved from the Word format – 1600 pages are available – to this database. The most extensive entries in authorities or citations such as fanega, carga, quintal, arroba, libra, onza, vara, aranzada, etc. will be dumped last.  It is reviewed as soon as a content error, typographical error, etc. is noticed. If you are quoted, it is necessary to indicate the day, month and year. Madrid, 15 December 2023.

 

1. Introducción

 

Se afirma que no hay dos diccionarios iguales y este no es igual a otro. Hay que decir, sin embargo, que el DHLE-1960, el Diccionario Histórico de la Lengua Española que se comienza a editar desde 1960 por fascículos, bajo la autoridad del académico, Rafael Lapesa Melgar, ha sido el modelo de diccionario que se ha seguido fundamentalmente. También hay que advertir que el trasladar el formato inicial en Word a la presente “base de datos”, ha alterado, en parte, la estructura programada. Huelga decir que se ha ganado en unos aspectos que sería prolijo enumerar, llevados siempre del talento y la autoridad en materia de informática de Alicia Ramos Martín, profesora en el I.E.S. “Ribera del Tajo”, Talavera de la Reina (Toledo). Un diccionario en papel, se diría que es otra cosa tan pronto como el mismo diccionario es leído en la pantalla de un ordenador. Quizá tenga mucha razón Marshall McLuhan cuando sostiene que “el medio es el mensaje” (the medium is the message). Como quiera que este diccionario se edita, desgraciadamente,  sin el patrocinio de ninguna institución, ya sea privada o pública, hay que aceptar las oportunas limitaciones que de tal circunstancia se derivan. El trabajo que se presenta es el resultado de dedicar 18 intensos años a la metrología tradicional. Pero, nuestras instituciones, sea la municipal, la autonómica, la estatal, ¿son conscientes de la riqueza cultural depositada y derivada de la medida tradicional de un país, de España?

 

El lector está consultando un voluminoso diccionario histórico (a veces se diría que también es enciclopédico) cuyas citas o autoridades van avaladas por textos escritos en gallego, catalán y español-castellano (incluimos bajo este “paraguas” las lenguas-dialectos romances como el astur-leonés, navarro-aragonés y la dialectología moderna que abarca desde el riojano, extremeño, salmantino, murciano, andaluz, manchego hasta el canario, incluido el español de América). Anticipamos que las entradas en gallego van en color verde, en rojo las catalanas y en azul el resto. Si bien las llamadas “entradas afines a la medida” van en color malva.

 

Es, además, un diccionario histórico que arranca con los orígenes del romance, y se hace necesario presentar, en ocasiones, textos latinos o latinizados (un latín más o menos corrompido que observa por lo general otra sintaxis) en los que aparecen esas medidas procedentes de la cultura romana o de la árabe andalusí. En este último caso, la presencia de cahíz, arroba, fanega latinizados puede estar indicando que eran ya usuales en la lengua vernácula hablada y por todo ello el testimonio escrito en latín nos resulta muy valioso. La real chancillería de la Corona de Aragón utilizó mucho y hasta muy tarde el latín como lengua de la administración y su prestigio hizo que fuera la lengua de referencia en muchos ámbitos culturales en los que localizamos medidas de herencia romana y especialmente arábiga – véase al respecto la loable colección, los numerosos libros que componen la “Fundació Noguera Diplomataris”.

 

 Las fuentes documentales de este diccionario (DHPMTRADICIONALES) son muy numerosas y variadísimas - véase la BIBLIOGRAFÍA –. Las citas medievales son, por lo general, las más frecuentes. La voluminosa colección agrupada bajo el nombre de “Eusko Ikaskuntza” (son en su inmensa mayoría textos castellanos) dedicada a la documentación medieval y renacentista del País Vasco y Navarra nos permite documentar su metrología una y otra vez en este trabajo. El siglo XVIII aparece suficientemente documentado a partir de los datos obtenidos de la novena pregunta del Catastro de Ensenada, en la que era obligado responder al modo de medir la tierra agrícola. A esto se suma, una infinidad de textos de expropiaciones de propiedades rústicas y subastadas públicamente en el año 1822, que nos informa que unidades de medida superficiales estaban vigentes a principios del siglo XIX.

 

Este diccionario no se olvida de la etimología y de situar el uso de cada medida en la zona que le corresponde: España, la América de habla española y Filipinas. Como todo diccionario, siempre estará incompleto y al que cabe añadir siempre nuevas entradas o artículos de diccionario, corregir uno dato y también incorporar nuevas acepciones. El estar editado en un soporte digital, lo hace posible en cualquier momento. Añadamos que este diccionario está registrado como propiedad intelectual en la Comunidad de Madrid.

 

Creemos que este puede ser el primer diccionario que aborda la metrología histórica. M. A. Gutiérrez Bringas escribía en un artículo de 1996: “El deficiente conocimiento de nuestra metrología histórica se debe a los escasos trabajos monográficos elaborados por la reciente historiografía, tanto por lo que se refiere a su equivalencia con el sistema métrico decimal (S.M.D.) como al significado social de las medidas, cuestiones ambas íntimamente ligadas entre sí, lo que hace necesario una historia de las medidas españolas”. Hablemos de la “equivalencia”. Es en verdad un asunto que preocupa mucho a estudiosos, pero adelantamos que saber la equivalencia de la medida tradicional acorde con el S.M.D. es quebrarse la cabeza de manera innecesaria en muchos casos. Saber cuánto cubicaba la fanega de áridos, lo que pesaba una arroba, la longitud de un codo en el siglo XIII… es un reto e intentar averiguarlo, puede conducir al fracaso. ¿Cómo puede explicarse que el modio (moyo) romano de unos ocho litros de capacidad, haya pasado a medir 255 litros y que sea equivalente a la cantidad de 120 ladrillos en tierras gallegas en el siglo XX? Enigmas como este son abundantes en la metrología tradicional... Nadie va a negar la autoridad a Antonio Barrios García, el historiador experto en asuntos abulenses del Medievo. Pues bien, a este ilustre profesor también le tienta el trasladar unidades de medida medievales al S. M. D. como sucede en su magnífico libro, “Estructuras agrarias y de poder en Castilla: un ejemplo de Ávila (1085-1320), página 99: “Como unidades de superficie de tierras de cereal se empleaban además la huebra, el buey de heredad o heredad para un yugo, la yunta o yugo de bueyes y la yugada. […] Pero, ¿qué proporción guardaban las yugadas con las obradas y las huebras y a cuántas yugadas y obradas equivalía el buey de heredad? En muchas regiones se atribuye actualmente a la yugada una extensión de 32 hectáreas, equivalencia que para Avila y en época medieval es necesario rebajar bastante. El profesor Barrios tiene que reconocer que “las 32 hectáreas, equivalencia que para Avila y en época medieval, es necesario rebajar bastante. En cada zona de España estas huebras, obradas, yugadas, yuntas, yugo de bueyes eran diferentes en cuanto a superficie y especialmente en la Edad Media; en el siglo XVIII se procura uniformarlas. Un noble deseo es tratar de trasladar las antiguas superficies a metros cuadrados, pero no resulta nada fácil.  La dispersión es consustancial con la medida tradicional.

 

Pero, ¿qué es lo que abarca “el significado social de las medidas” del que nos habla no sólo Gutiérrez Bringas sino otros muchos investigadores? Es, en nuestra opinión, “un todo y un nada”. Creemos que el asunto más acuciante de la medida tradicional es saber cómo el hombre iletrado se inventó unidades de medida y también cómo clasificarlas. La metrología tradicional sí que midió alguna de las magnitudes básicas de las que tratan los científicos como la longitud, la masa, el tiempo… pero de manera funcional o práctica. Es aquí donde hay que centrar el análisis social de la medida como algo inmanente y no de forma trascendente. Muchas veces sucede que se estudia la medida tradicional como un parámetro solamente económico o de mercado y, otras veces, como lucha entre las clases sociales. Este enfoque es trascendente y se aleja de la propia medida. La trascendencia no sirve para hacer ciencia.

 

No nos equivocamos al afirmar que el físico o el matemático se da cuenta del error en la medida tradicional y tampoco nos equivocamos al afirmar que el Poder “se hace” al final con la medida que ha creado un campesino analfabeto, pero sagaz e intuitivo... También es cierto que el Poder a veces apela a la equidad en la aplicación de la medida…Y llevados de estos nobles principios, los reyes dictaron normas metrológicas.  Alfonso X, el Sabio, en 1261, para la ancha “Castilla” y, en lo que respecta a la Corona de Aragón,  Jaume I lo hace en 1249,  pero en latín y bajo la firma de “Jacobus”. Se trataba de poner orden en la metrología ante la gran disparidad de medidas de un lugar a otro a lo que se añadía que en un mismo sitio había una medida para comprar y otra para vender. Si el medir con fraude era pecado mortal, no lo era el comprar con una medida colmada y vender el mismo producto rasado. Poco caso se hacía a estas pragmáticas que se actualizaban cada cierto tiempo. La última normativa de medidas anterior al S.M.D. para toda España, es la R. O. de 1801 que ya va preparando el terreno para aceptar, tarde o temprano, el nuevo orden metrológico. Significativa por su organización y rigor metrológico fue la pretendida reforma que se intentó aplicar en la Corona de Aragón, Corts de Montzó (1585), al adecuar la “medida” (mesures i mides) de todos los municipios, grandes o pequeños, a los usos de la ciudad de Barcelona.

 

Si nos preguntamos por la procedencia de los pesos y medidas, diremos que una parte deriva de la cultura romana, otra de la árabe andalusí; siendo excepcionales las de procedencia germánica como estopo, escá. Pero son muchas más las de creación romance como cuerda, peonía, caballería, azada de agua, cuadra, onza de simiente de seda, cordel, cañada, tarea, suerte, etc. 

 

Como es sabido de todos, al llegar el Sistema Métrico Decimal (SMD), una parte de las antiguas medidas tradicionales, se trasladaron a los nuevos postulados métricos: “Las tablas de equivalencia”, Gaceta de Madrid, nº 6763, 27 de diciembre de 1852, Ministerio de Fomento. Y es por eso por lo que a la antigua fanega de áridos se le asignó, oficialmente y para toda la nación, la equivalencia de 55,5 litros, a la vara la longitud de 83,5 centímetros, a la libra el peso de 460 gramos, a la cántara la capacidad de 16,13 litros.  Ni decir tiene que en cada provincia o en una gran población había disparidad de fanegas, varas, libras o cántaras (en ocasiones, cántaros o arrobas). Ahora bien, son muchas más las medidas que no se trasladaron al S.M.D. en estas fechas como las concernientes al caudal del agua fluyente y otras de tipo local menos conocidas. También hay que advertir que el valor métrico de muchas medidas, especialmente las medievales, no se conoce. Este diccionario, en consecuencia, ha rescatado una parte grande de aquellas “unidades de medida” que han pasado inadvertidas para la historia de la cultura.

 

No era nuestro propósito inicial abarcar la metrología gallega y catalana, y debido a ello las citas o referencias son mucho menos numerosas que las redactadas en castellano o español. Sin embargo, pueden servir como preludio para quien se disponga a profundizar en el tema.

 

A la hora de estudiar la antigua metrología, llama la atención que los diferentes patrones de medida oficiales estén dispersos por la geografía española. En la época de los RRCC, el patrón de la vara está en la ciudad de Burgos y también en Burgos está el marco para el peso de la plata; mientras que en Toledo está el del oro. Y es esta ciudad el referente para los líquidos: la cántara, azumbre, medio y cuartillo. El llamado “Pote de Ávila” es el patrón para todos los áridos desde 1435. Pero en el siglo XIII se habla del moyo de Valladolid o la cántara de Sevilla. Por otra parte, cada ciudad grande puede tener su patrón, como asimismo sucede con los señoríos eclesiásticos y civiles que disponen del suyo y con él los súbditos pagan sus impuestos señoriales. Las reales chancillerías tienen que dirimir, en no pocas ocasiones, los fraudes o abusos, si bien es cierto, que la gente no tiene la costumbre de acudir a estas instancias judiciales…porque sabe que  los señoríos tienen sus representantes en las Chancillerías reales y el proceso va para largo.

 

 

 

2. Normas de uso de este diccionario, DHPMTRADICIONALES

 

2.1. Lema. Como todo diccionario se abre con el lema o la palabra que encabeza los artículos del diccionario. El lema aparece aislado, en negrita y en cuerpo superior y, si se trata de una medida gallega va en color verde, en rojo si es catalana y en azul cuando no es ninguna de estas dos que podemos denominar castellanas, ya que “españolas” puede prestarse a equívocos. Si va en color malva, es una voz “afín” a la medida.


2.2. Entrada. Tras el lema y en punto y aparte, aparece el apartado “entrada”. Estas entradas se clasifican de tres maneras: Unidad de Medida, Afín y Sintagmática.

 

2.2.1. Unidad de Medida. Consideramos muy didácticas estas líneas de Gabriel de Ciscar, escritas en 1800, para empezar a entender el concepto de “unidad de medida”: “Nadie se puede dar idea exacta de una cantidad sino comparándola con otra cantidad conocida, a que suele darse el nombre de unidad. Medir una extensión es hallar las unidades y partes de unidad de que se compone”. Otra manera de definir la media es la que María Moliner inserta en su Diccionario de Uso del Español: “la expresión numérica del resultado de medir una magnitud.” La ciencia habla de magnitud, palabra que hacemos sinónima de “aspecto” y de “atributo” y que utilizamos indistintamente en este diccionario. La palabra magnitud la definimos como “atributo de un fenómeno, cuerpo o sustancia que puede ser distinguido cualitativa y determinado cuantitativamente”. La ciencia trabaja hoy día con siete magnitudes, “Unidades SI Básicas”: 1º longitud (con la unidad básica metro, cuyo símbolo es m), 2º masa (unidad el kilogramo, kg), 3º tiempo (unidad el segundo, s); 4º intensidad de la corriente eléctrica (unidad el amperio, A); 5º temperatura termodinámica (unidad el kelvin, K), 6º cantidad de sustancia (unidad el mol, mol) y 7º intensidad luminosa (unidad la candela, cd). Las siete magnitudes citadas están definidas con el mayor rigor científico posible y por ello el “metro es la longitud del trayecto recorrido por la luz en el vacio durante un espacio de tiempo de 1/299  792  458 de segundo”. Los científicos hablan también de “unidades derivadas” que pueden ser expresadas a partir de unidades básicas mediante símbolos matemáticos de multiplicación y división. Al medir magnitudes siempre le acompaña número: la longitud de esta mesa son 2,5 metros; la longitud de esta tela son 4 varas. De estas siete magnitudes, la metrología tradicional midió, fundamentalmente y a su manera, la longitud, la masa y el tiempo.

 

Todos sabemos que el metro, el kilogramo, procedentes del S. M. D., tienen múltiplos y submúltiplos que aumentan o disminuyen de 10 en 10. Opera, pues, este sistema metrológico con la base numérica 10 o decimal. Esta base es poco común en la metrología antigua, si bien los romanos utilizaban el decempeda que medía 10 pies. La base duodecimal fue  antaño más utilizada que la decimal, entre otras razones porque 12 se puede dividir por 2, 3, 4, y 6. Y a modo de ejemplo se recuerda que un cahíz hacía 12 fanegas; una fanega 12 celemines y un celemín 12 cucharas. Podemos decir que el 12 y el 576 “están en paralelo” y al 576 podemos considerarlo como el “número metrológico por antonomasia” debido a su elevado número de divisores (2, 3, 4, 6, 8, 12, 24, etc.) y por ello la fanega superficial contendrá  576 estadales, la onza de peso 576 granos. Una yugada doble romana contiene estos mismos escrúpulos cuadrados o pértigas (decempeda).  Pero la base numérica 2 o binaria ha sido la más utilizada a la hora de crear “unidades de medida”, debido quizá a que cualquier persona, por intuición, sabe trazar la mitad de la superficie de una mesa, de una tortilla, etc. Tal circunstancia metrológica no podía pasar inadvertida a Alfonso X, quien en 1261, aconsejaba que: “de la cántara, fagan media e quarta e dent ayuso medidas, quantas oviere mester, por que compre cada uno lo que quisiere”. Para terminar, apuntamos que pueden mezclarse dos bases numéricas como sucede con la unidad agrícola carro (de hierba), en Cantabria, tiene como submúltiplo la basna (dos basnas hacen un carro) y cada basna contiene cinco colonos, con lo que esta última unidad es la décima parte del carro. Pero aquellas “unidades de medida” que no han tenido ni múltiplos ni submúltiplos, se ha debido, quizá,  a la nula actividad comercial. 

 

Resumiendo: El hombre de antaño creaba unidades de medida para “hacerse con la realidad o dominarla”. Y así, la magnitud superficie, derivada de la longitud, no se definía por el cálculo de áreas, sino por la sembradura o la cantidad de grano que se diseminaba en una tierra de labor al sembrarla (“tengo una finca que hace tres fanegas en sembradura de trigo”), o por el trabajo y el tiempo: “tengo una viña que hace doce peonadas” (es decir, necesito doce jornadas de trabajo para podar las vides de mi viña). El trabajo y el tiempo son magnitudes que la ciencia no utilizaría para medir la superficie que tiene una viña. El grano de cereal se medía por la capacidad en envases (fanega, celemín, cuartilla) y no por su peso que es más exacto. Lo que puede llevar sobre sus lomos un animal mular se medía por la unidad carga, en lugar de considerar la magnitud masa-peso y hacerlo por arrobas de 11,5 kg. En el fuero medieval de Navarra, la edad de una persona para pagar los tributos no se medía por los años cumplidos sino por la longitud del vello púbico expresado en pulgadas. Medir la cosecha de trigo por un número de haces, es poco afortunado para un físico, pues el haz como “unidad de medida” es muy variable y está sometido a muchas contingencias. Tampoco es apropiado medir la superficie de una pradera por  la unidad carro; esto es, el número de estos que se van llenando de hierba segada. El hombre mientras tanto sigue midiendo funcionalmente para poder entenderse… y así  “tablero” es una “unidad de medida” entre los ajedrecistas en el año 2023.


2.2.2. Afin. Tienen tal consideración los lemas que no son “unidades de medida”, pero están relacionados con ella bajo circunstancias varias. Se consideran entradas “afines” las voces almotacén, fiel medidor, varear (o medir por varas), colmado, raso, afielar, contrastar, etc. Aparecen en la pantalla en color malva y solo se consignan las pertenecientes a la lengua española.


2.2.3. Sintagmática. Es quizá la parte más novedosa de este diccionario frente a otros. Son lemas que se caracterizan por llevar siempre el grafo  > que remite únicamente a las entradas que son “unidades de medida”.


Tienen tal condición de entradas “sintagmáticas”:


a). Las variantes gráficas o fonéticas de los lema que son entradas de una “unidad de medida”. En el caso de almud se han reseñado estas: almó 2-1945; almú 1931;  almude 1123, almut 1179;  almute 1028;  almuth 3-1280; almuz 1320. El número de cuatro cifras es el año en que aparece por primera vez según nuestro corpus. En 2-1945, el 2 indica segunda acepción de almud. En 3-1280, el 3 es la tercera.

 

En el diccionario aparecen de esta forma:

 

almut   >  almud 1179.

almute  >  almud 1028.


almuth  >  almud 3-1280.


b). Si la entrada es una locución como es el caso de “onza de seda”, “verga toledana”, aparecerán de esta forma en el diccionario:

seda onza de  > onza de seda.

onza de seda

toledana verga > verga toledana.

verga toledana


Es decir, se trocea el sintagma para presentarlo de manera inversa.


En otros casos como “fanega de Toledo”, “fanega toledana”, “fanega de Ávila” (que no son las clásicas locuciones de los gramáticos) la “información metrológica” que aportan es muy importante y tal circunstancia, les confiere singularidad. Por todo ello, resultará:


ávila fanega de > fanega 1444.

fanega

fanega de Ávila > fanega 1444.

fanega de Toledo > fanega 1522.

fanega toledana > fanega 1451.

toledana fanega  >  fanega 1451.

toledo fanega de > fanega 1522.

 

En el caso de almud, tras el estudio y desarrollo de dicha palabra ([…]) aparecerán ordenadas alfabéticamente la entradas sintagmáticas en el índice de la palabra A.

 

[…]

almud

almud de fierro  > almud 2-1351.

almud de Frías > almud 1223.

almud de heredad  > almud 1285.

almud de palo > almud 2-1528.

almud de sembradura  > almud  3-1250.

almud de tierra  > almud 3-1508.

almud del concejo > almud 2-1351.

almud derecho > almud 2-1351.

almud meitadero > almud 1446.

almud raso > almud 2-1341.   etc.

 

Y por ello, también aparecerán estas entradas sintagmáticas en las letras c (concejo), d (derecho), f (fierro)…

 

concejo almud de > almud 2-1351.

derecho almud  > almud 2-1351.

fierro almud de > almud 2-1351.

frías almud de >  almud 1233.

heredad almud de > almud 1285.

meitadero almud  > almud 1446.

palo almud de  > almud 2-1528.

raso almud  > almud 2-1341.

sembradura almud de  > almud 3-1250.

tierra almud de > almud 3-1508.

 

La palabra sembradura, por ejemplo, aparecerá “unida” en “sintagmática” con muchas de las medidas de áridos que tienen la acepción de superficie debido a la sembradura como celemín, hemina, robo, estopo. Este dato es muy importante para la metrología histórica. El adjetivo derecho indica que el patrón está afielado por el almotacén. El almud de palo se refiere a que el patrón se fabricaba con madera. Estas informaciones son importantísimas para la metrología.

 

c) También se presentan como “sintagmáticas” hombre de cava y cava de hombre; cavadura de hombre y hombre de cavadura. Tanto hombre como cava, aisladas (no en construcción sintáctica) son “unidades de medida”.

 

2.4. Metra. Debajo, y en punto y aparte, aparece “metra” que quiere decir metrología, metrológica o asuntos relativos a los pesos y medidas tradicionales. Cada una de las entradas clasificadas como “medida” –que no “entrada afín” o “entrada sintagmática” -  se adscriben a uno de estos atributos, aspectos o  magnitudes que definen la medida: longitud, superficie, capacidad de áridos, capacidad de líquidos, masa-peso, pesa o ponderal, punto-calibre, caudal del agua fluyente, arqueo, agrupación-conjunto, monedaje-dinero, cantidad-porción, volumen-carga, envase-recipiente; valoración-precio, tiempo.

Dicha relación o nómina de atributos no se ajusta, en su totalidad, a parámetros científicos. Los hay objetivos o físicos como la longitud, superficie, masa, tiempo, volumen, caudal del agua fluyente, capacidad de sólidos y líquidos. Otros son más bien funcionales por lo que se solapan con otras magnitudes. Los envases-recipientes participan de la capacidad y de la masa-peso. Ante su complejidad remitimos al lector al apartado de esta base de datos, MAGNITUDES, en donde se habla largo y tendido de todos estos “aspectos” o “atributos” que enunció el hombre a lo largo del tiempo.

 

2.5. Verba. Con este apartado se recogen las variantes fonéticas y gráficas del lema de la entrada “unidad de medida”. La palabra fanega puede aparecer como variante fonética así: faneuga  1443, o bien como variante gráfica: ffanega 1151. En estos casos, dichas variantes también pasan al diccionario como “entradas sintagmáticas” y que remiten a la entrada, “unidad de medida” a la que pertenecen:

 

faneuga  > fanega 1443.

ffanega  > fanega 1300.

 

Al seleccionar (pinchar con el ratón en faneuga o ffanega en la pantalla del ordenador) se despliega o aparece la entrada  fanega en toda su totalidad.

 

2.6. Semata. Denominamos “semata” al significado, a la definición de la palabra de la entrada. En unos casos, la definición la redactamos nosotros y en otros nos valemos de una autoridad como pueda ser un diccionario, DRAE, MOLINER, NEBRIJA, DIC. de AUTORIDADES, etc. Por otra parte, téngase presente que la definición se inicia siempre con el nombre de una de las magnitudes o atributos presentados en el apartado anterior Metra. Algunos lemas (“unidades de medida”) pueden tener varias acepciones, como cabría esperar. Definida la palabra de la entrada, a continuación se reflejan, si existen, otras definiciones y referencias metrológicas que aparecen en las citas del CORPUS. La palabra barchilla aparece definida de esta forma en el diccionario:

 

1. Medida de capacidad para áridos, de las provincias de Valencia, de valor variable, entre 16 y 20 litros. [1975 MOLINER]

 

{Otros valores y asuntos metrológicos de barchilla que se recogen en nuestro corpus:

 

a). 1243-68, Murcia, “medida de capacidad que equivale a la doceava parte del cahíz de sal”.

b). 1271, Murcia, “çinco kaffizes de çeuada chicos de la medida de la barchiella”.

c). 1589, Pérez de M. , “la hanega, dos varcellas. La varcella, quatro almudes”.

d). 1593, Zaragoza, “la vercella es dos quartales, hazen seys almudes; tres almudes hazen la media varcella”.

e). 1736 , “El cahíz 12 barchillas. La barchilla 4 almudes o celemí. Su sólido 2676 dedos”.

f). 1736, ”de a 8 capazos de a barchilla”.

g). 1780,  DRAE, “medida de granos, que vale la tercera parte de una fanega”. 

h). 1795, Valencia ,” la barchilla es de la medida de Valencia, y se da colmada.” 

i).  1859, Aragón, la dozaba parte de un cahíz de granos”.

j). 1924,  Mora de Rubielos (Teruel),media fanega”.

k). 1925, DRAE, “usada en las provincias de Alicante, Castellón y Valencia. En la primera equivale a 2.077 centilitros; en la segunda, a 166 decilitros, y en la tercera, a 1.675 centilitros”.}

 

El asunto metrológico se presenta aislado del contexto de la cita y sin variación alguna, “al pie de la letra”. Como se comprobará, son variadas las informaciones y hay que resaltar lo usual que era el definir una medida a partir de otra: doceava parte del cahíz, la hanega dos varcellas, la barchilla 4 almudes, la varcella es dos quartales…. Este apartado, tras la definición canónica de la palabra en cuestión, es importantísima para saber la historia de la medida barchilla en este concreto caso.

 

2.7. Corpus. Es el conjunto de citas de cada palabra y acepción. Cada cita comienza con el grafo [ , a continuación aparece la fecha en negrita, luego el titulo de la obra…Analicemos esta cita:

 

[1514 Docu-medie-archi-muni Oiartzun (GUIPUZCOA), 33, 247]: Otrosý, que debemos mandar dar e mandamos que todos los seles del dicho conçejo de Oyarçun, los mayores se midan e señalen desde en medio del tal sel, poniendo allí vn hito e que aya en el tal sel mayor de la vna orilla a la otra çiento e sesenta e ocho braças e del hito al cabo, la mitad.

 

La fecha en negrita, el título de la obra se indica con las dos sílabas de cada palabra que compone el título, si bien la ciudad o pueblo se presenta íntegro con indicación de la provincia en mayúscula, (GUIPUZCOA). En el caso presente el 33 es el capítulo o parágrafo…, siendo 247 la página del citado libro. Para localizar una obra que se presenta abreviada, hay que consultar la BIBLIOGRAFÍA general. Las obras presentadas mediante abreviaturas corresponden a libros “leídos” o “escrutados mediante búsqueda informatizada” y de las que se han sacado en unos casos tres instancias, en otras 20 y también se ha llegado a las 80.

 

En ocasiones, y tras la data puede aparecer c, (circa), p (posterior), a (con anterioridad a ). Otras veces, la cita se sitúa a lo largo de un siglo  - sea el siglo XIII -  … en este caso se presenta como [1201-1299…]. La segunda mitad del siglo XIII: [1250-1299…]. Primer tercio: [1201-1233…]. Si es de principios: [1201-10…] y de finales: [1290-1299…]. En otros casos, la fecha se expresa así: [1345-1411...].

 

Al citarse varios textos de una misma página, lo usual es poner (3 espacios de barra )   ///   (3 espacios)   para separar los textos. Y si fuera otra página de la misma obra,    ( 3 espacios)   ///   (3 espacios) [p. 234]:

 

Las citas aparecen con las normas de acentuación adecuadas a la actual norma, en el caso de que no estuvieran acentuadas en la edición que se utiliza, sea texto medieval o posterior. Los textos en gallego y catalán se dejan como aparecen en el texto, acentuados o no.

 

Al final de la autoridad, puede aparecer: >>> ……..  <<<. En estos casos, se comenta algún aspecto singular de la medida.

 

En ocasiones, se han podido borrar los puntos que señalan o aíslan una cifra: .XII. Lo usual ha sido eliminar la mención de los folios u otras informaciones paleográficas secundarias al texto. Si los dos puntos: podían indicar punto seguido en los manuscritos del Catastro de Ensenada, se han convertido en uno.

 

Puede haberse alterado alguna coma o punto, si el texto lo ha podido exigir para su mejor comprensión.

 

P.D.: En cuanto a la forma de citar este diccionario, DHPMTRADICIONALES, se hace necesario poner la fecha (día, mes, año) dado que se actualiza constantemente.